La Central Hidroeléctrica San Gabán III, situada en la provincia de Carabaya, Puno, se encuentra en la etapa final de su construcción, con un avance del 95%. Este proyecto, valorado en más de 500 millones de dólares, promete fortalecer la infraestructura energética nacional al tiempo que impulsa el desarrollo económico local, pero no está exento de desafíos sociales.
Con una capacidad instalada de 209 megavatios, esta obra se proyecta como un pilar esencial para el suministro eléctrico sostenible en el Perú, integrándose dentro del Plan Nacional de Expansión Energética. Según el Ministerio de Energía y Minas (Minem), San Gabán III será la primera de seis centrales hidroeléctricas que comenzarán a operar entre 2025 y 2027. No obstante, su construcción ha enfrentado críticas por la falta de consenso con comunidades locales.
Una de las controversias más destacadas surge de la denuncia realizada por la comunidad de San Antón, quienes afirman que torres de alta tensión fueron instaladas sin la debida autorización de los propietarios. Estas tensiones reflejan la necesidad de equilibrar el progreso energético con el respeto a los derechos y demandas de las comunidades involucradas.
A pesar de los cuestionamientos, la culminación de San Gabán III representa una oportunidad para posicionar a Puno como líder en generación de energía renovable, contribuyendo al crecimiento sostenible del Perú. No obstante, las lecciones aprendidas en el manejo social del proyecto podrían marcar una pauta para futuros desarrollos energéticos en el país.