El amanecer del 21 de abril trajo consigo una noticia que sacudió el corazón de millones en todo el mundo. A las 7:35 de la mañana, en la serenidad de su residencia en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco dejó este mundo, dejando tras de sí un legado de amor, compasión y lucha por los más vulnerables. Su partida fue anunciada por el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrel, en un mensaje que resonó con profunda tristeza en todos los rincones de la Iglesia.
Las imágenes transmitidas desde el Vaticano mostraron un escenario de recogimiento y pesar. Vestidos de oscuro y con rostros marcados por la solemnidad, el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, y el sustituto de la Secretaría de Estado, el venezolano Edgar Peña Parra, acompañaron el anuncio de Farrel. La tristeza se hizo palpable, mientras el mundo intentaba asimilar la pérdida de un líder espiritual que, con humildad y valentía, dedicó su vida a servir al prójimo y a reivindicar el mensaje del Evangelio.
El periodo de la Sede Vacante ha comenzado, pero el vacío que deja el Papa Francisco va más allá de los protocolos eclesiásticos. Su voz, que resonó en defensa de los más desfavorecidos, su entrega y su amor universal, quedan imborrables en la historia. Hoy, la humanidad llora a un pastor que caminó entre nosotros con el corazón abierto y la mirada puesta en los más necesitados.